Embajadores de Cuéllar
Recuerdo la iniciativa del pasado verano sobre ser embajador de Cuéllar que resultó divertida, muy publicitaria, al puro estilo “cuellaranos por el mundo”, pero vacía. La idea pareció ingeniosa. No obstante, nuestros representantes públicos deben ser conscientes de que el municipio necesita un impulso para que sus vecinos no se vean obligados a abandonarlo ante la falta de expectativas reales, para poder crecer personal y profesionalmente.
Según el INE, desde 2009 hemos perdido 337 vecinos y más de 534 personas se encuentran desempleadas, lo que representa el 12.89% de la población activa, frente a -por ejemplo- 9.99% de Cantalejo, 8.6% de Carbonero el Mayor o 4.36% de Chañe. El futuro de Cuéllar está en las oportunidades que desde las instituciones se puedan generar, y para ello es clave un cambio de visión y de proyecto.
Debemos sentar bases firmes y crear las condiciones óptimas para que Cuéllar resulte atractivo a las empresas y así fijar población. Además, sería ideal retener en casa el talento de todos los que han acabado siendo embajadores de Cuéllar, lejos de ella por falta de opciones.
En esta línea, prima que los cuellaranos dispongamos de todos los servicios necesarios, porque sin ellos ni trabajo, las oportunidades desaparecen. Cuando los inconvenientes superan las ventajas, la balanza se desequilibra. Quienes lideren nuestro municipio han de comprometerse a facilitar las bases para el arraigo profesional y familiar de los habitantes, logrando así que Cuéllar deje de estar en constante “peligro de extinción”.
Cuéllar agoniza lentamente, sin empleo, sin innovación, sin apoyo real por parte de las autoridades públicas, sin iniciativas de la oposición…
Sufrimos una sangría de despoblación y una deslocalización de empresas, por ello es vital cambiar la visión y el enfoque. Como la célebre frase que algunos atribuyen a Einstein “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.