Si alguien busca el significado de la palabra Cultura, rápidamente se dará cuenta de que a lo largo de la Historia han tenido lugar complejos y sesudos debates sobre este término y que, por ende, son varias las corrientes que actualmente existen sobre esta acepción lingüística. No es mi intención seguir añadiendo más leña a este fuego ni seguir analizando cuál es el objetivo o la finalidad de la Cultura, con mayúsculas, sino reflexionar sobre la oferta cultural que podemos y merecemos tener en la ciudad de Segovia, en minúsculas, a pequeña escala.

La definición que da la RAE a esta palabra me parece más que acertada pues, define Cultura como ‘Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico’. Yo entiendo que la cultura debe servir, precisamente, para eso, para ofrecer a las personas la posibilidad de tener diferentes inquietudes en la vida, para enriquecer su conocimiento y que les permita ser más críticos y libres, teniendo así, la oportunidad de mejorar y crecer como individuos. El problema está en que este concepto global de la cultura puede ser manipulado por quienes ejercen el poder, llegando a convertir ésta en una forma de imposición y de manipulación.

Una ciudad moderna del siglo XXI como es la nuestra, debería contar con una oferta cultural diversa y al alcance de todos sus ciudadanos, independientemente de su estatus social y del poder adquisitivo que éstos tengan, de su formación y sus estudios y en ella habrían de tener cabida todas las propuestas culturales que puedan ser abordadas. Sin embargo, creo sinceramente que en este momento la oferta cultural de nuestra ciudad dista mucho de este planteamiento cuando ésta debería ser de todos los segovianos y para todos los segovianos.

Sería injusto no reconocer que la política cultural de esta corporación municipal ha incorporado en la ciudad varios proyectos de reconocido éxito, como es el caso del Hay Festival, Titirimundi o MUCES, los cuales han hecho posible situar a Segovia en el panorama cultural internacional y la han dotado de un prestigio importante. Es por éstos y muchos otros motivos por los que hay que seguir manteniendo estas iniciativas, ya que tienen su merecido público y su éxito justifica la inversión económica que se hace para que sigan funcionando. Sin embargo, algunos de estos eventos se están convirtiendo  en un reclamo turístico para personas que exclusivamente acuden de fuera y se están limitando tan solo a un grupo de la población segoviana demasiado restringido y selecto.

Es hora de perder el miedo a reclamar una nueva oferta cultural, más abierta, más variada y más diversa, y no hacerlo desde una crítica destructiva, sino aportando ideas y buscando soluciones. Entre estas propuestas podemos destacar, desde aprovechar las instalaciones públicas de que disponemos y darles más y mejor uso, pasando por adaptar la oferta cultural que a veces por su excesivo vanguardismo se hace ininteligible para la mayor parte del público, hasta aprovechar edificios en desuso dándoles una nueva función y convirtiéndolos en lugares en los que la música, la pintura, la fotografía, la poesía o el teatro puedan encontrarse con los ciudadanos.

También es importante que la cultura no esté asociada solamente con espacios cerrados y se asiente en las calles, en las plazas y en los barrios, en lugares próximos y cercanos a los ciudadanos. Los segovianos disfrutan con el teatro de calle, con la música popular en su barrio, con el cine de verano o con el folclore y muchas veces, no tienen la oportunidad de desplazarse a los focos culturales establecidos únicamente en el centro de la ciudad.

Y hay que escuchar las propuestas de los artistas y promotores locales, analizarlas e incluirlas, en la medida de lo posible, en esta oferta cultural. En Segovia también se genera cultura interesante que, muchas veces es ignorada y desdeñada.

Así que sí. Vamos a esforzarnos y a satisfacer a quienes aman la música clásica, a quienes se emocionan con el arte contemporáneo de vanguardia, a quienes les cautiva el cine de culto, y a quienes disfrutan de los museos y de las exposiciones, pero vamos a satisfacer también a quienes quieren bailar o disfrutar de una jota en una plaza, a quienes quieren participar en una muestra de fotografía popular, o disfrutar de un ciclo de cine social cerca de sus casas. Porque sí; porque Mozart, Kandinsky y el cine de verano deberían ser compatibles en nuestra ciudad.

 

Escrito por Julio Álvarez Rentero. Pedagogo y fundador de la empresa Educándar SL. Autónomo.  Nº 7 en la candidatura de Ciudadanos a la Alcaldía de Segovia.